La Biblia es la revelación escrita e inspirada por Dios con el propósito de que la humanidad le conozca y le adore conforme a su Verdad (1 Corintios 2:7-14; 2 Pedro 1:20-21, Juan 4:23-24).
La Biblia es la única base sólida de la Fe (Mateo 5:18; 24:35; Juan 10:35; 16:12-13; 17:17; 1 Corintios 2:13; 2 Timoteo 3:15-17; Hebreos 4:12; 2 Pedro 1:20-21).
La Biblia es entendida, comprendida y aplicada bajo el poder del Espíritu Santo (Juan 7:17; 16:12-15; 1 Corintios 2:7-15; 1 Juan 2:20) y que cada creyente tiene el deber de estudiar, aprender, meditar, orar a fin de llegar a la interpretación correcta, conociendo su aplicación histórico-contextual pero también actual en el sentido y propósito de edificar a la Iglesia del Señor hoy en día.
Hay un solo Dios, que existe en Tres Personas: El Padre, El Hijo y el Espíritu Santo; y que merecen toda nuestra reverencia, adoración y exaltación (Deuteronomio 6:4; Isaías 45:5-7; 1 Corintios 8:4).
El Padre
Es el Creador, el Eterno (Génesis 1:1-31) de todas las cosas que existen; es Soberano: Gobierna, provee y amorosamente redime a la humanidad dentro de un extenso plan de salvación (Salmo 103:19; Romanos 11:36; 14:8-9; 1 Corintios 8:6). El Padre es Creador de todo (Efesios 4:6); y Padre de todos lo que reciben (Romanos 8:14; 2 Corintios 6:18) los que soberanamente escogió desde antes de la fundación del mundo (Efesios 1:4-6) para ser salvos por medio de Su Hijo Jesús y para poder ser sus hijos también (Juan 1:12; Romanos 8:15; Gálatas 4:5; Hebreos 12:5-9).
El Hijo
Es Co-Eterno e igual en substancia a Dios Padre (Juan 10:30; 14:9). Todo fue creado por medio de Él, para Él y por Él (Juan 1:3; Colosenses 1:15-17; Hebreos 1:2). Nació milagrosamente de una mujer virgen (Isaías 7:14; Mateo 1:23,25; Lucas 1:26-35). Fué a través de Su muerte en la cruz que se ofrece redención al pecador arrepentido (Romanos 3:25; 5:8-9; 2 Corintios 5:14-15; 1 Pedro 2:24; 3:18; Efesios 1:7); declarándolo justo y recibiendo la adopción y vida eterna. Él es nuestro Intercesor y Sumo Sacerdote ante el Padre (Matero 28:6; Lucas 24:38-39; Hechos 2:30-31; Romanos 4:25; 8:34; Hebreos 7:25; 9:24; 1 Juan 2:1). Resucitó y fue recibido con gloria por su sacrificio acepto y perfecto delante del Padre; garantizando la resurrección de los creyentes (Juan 5:26-29; 14:19; Romanos 1:4; 4:25; 6:5-10; 1 Corintios 15:20-23). Él regresará por Su Iglesia y establecerá Su reino por mil años aquí en la tierra antes de pasar a la eternidad (Hechos 1:9-11; 1 Tesalonicenses 4:13-18; Apocalipsis 20).
El Espíritu Santo
Es Co-Eterno e igual en substancia a Dios Padre e Hijo; con intelecto y voluntad propia (1 Corintios 2:10-13; Mateo 28:19; Hechos 5:3-4; 28:25-26; 1 Corintios 12:4-6; 2 Corintios 13:14; Jeremías 31:31-34, Hechos 10:15-17). Ha estado presente desde antes y durante la creación (Génesis 1:2); y en nuestra era, su presencia es marcada desde el día de Pentecostés d.C. internamente en todo creyente (Hechos 2) como cumplimiento a la promesa de Jesús antes de su partida (Juan 12:16-17; 15:26; 16:7-9). Él es quien redarguye y convence de pecado; glorifica a Cristo, transforma a los creyentes a la Imagen de Cristo (Hechos 1:5; 2:4; Romanos 8:9; 2 Corintios 3:6; Efesios 1:13). Todo creyente recibe el Espíritu Santo en el momento de la salvación; y es un deber cristiano del verdadero hijo de Dios buscar la constante llenura del Espíritu Santo (Juan 16:13; Romanos 8:9; Efesios 5:18;2 Pedro 1:19-20; 1 Juan 2:20,27). Él es quien administra y otorga los dones espirituales de forma soberana para capacitar, edificar, perfeccionar a la Iglesia para su servicio dentro de ella y fuera de ella para alcanzar al perdido (Juan 16:13-14; Hechos 1:8; 1 Corintios 12:4-11; 2 Corintios 3:18).
El hombre fue creado por Dios a Su Imagen y Semejanza; inicialmente creado en inocencia y libre para obedecer; dotado de inteligencia, voluntad, emociones y con ello la responsabilidad de vivir bajo la autoridad y leyes de su Creador (Génesis 2:7; 15:25; Santiago 3:9). Creado para glorificar, disfrutar la comunión y vivir bajo la voluntad de su Creador (Isaías 43:7; Colosenses 1:16; Apocalipsis 4:11). Al pecar, el ser humano perdió no solo el privilegio de la comunión con Dios, si no que murió espiritualmente y fue condenado a obtener con sudor y trabajos el sustento de cada día hasta morir físicamente. Ya separado, el ser humano fue incapaz de restablecer por sí mismo esa comunión, en consecuencia su destino final era justo, fatal y eterno en el infierno. Todos sin excepción son pecadores por naturaleza, por decisión personal y en base al juicio de Dios. (Salmo 14:1; Jeremías 17:9; Romanos 3:9-18, 23; 5:10-12). Siendo la única esperanza de restauración a través de la gracia soberana en la obra de redención de nuestro Señor Jesucristo (Génesis 2:16-17; 3:1-19; Juan 3:36; Romanos 3:23; 6:23; 1 Corintios 2:14; Efesios 2:1-3; 1 Timoteo 2:13-14; 1 Juan 1:8).
La Salvación
La única esperanza de restauración es a través de la gracia soberana basada en la obra de redención de nuestro Señor Jesucristo; y de ninguna manera a través de obras, sacrificios o méritos humanos (Juan 1:12; Efesios 1:7; 2:8-10; 1 Pedro 1:18-19). En cuanto a la salvación mencionamos lo siguientes temas:
Regeneración
Obra llevada a cabo por y solo por el Espíritu Santo en la que el creyente es co-participe de la naturaleza divina (2 Pedro 1:4, Juan 3:3-7; 5:34; Tito 3:5). El Espíritu Santo redarguye al pecador para arrepentirse y recibir con fe la salvación. Dicha regeneración es manifiesta, evidente a través de una conducta justasy piadosa; las obras de amor es consecuencia de y no es un medio para obtener salvación (1 Corintios 6:19-20; Efesios 2:10). Hay una evidente sujeción al control del Espíritu Santo (Efesios 5:17-21; Filipenses 2:12; Colosenses 3:16; 2 Pedro 1:4-10) y su Palabra revelada, llevando al creyente a una santificación progresiva hasta la glorificación final en el momento de ser transformado para estar con Señor Jesucristo para siempre (1 Corintios 15:53-54, Romanos 8:17; 2 Pedro 1:4; 1 Juan 3:2-3).
Elección
Es el acto soberano de Dios en el que antes de la fundación del mundo, Él escoge a quienes han de ser salvos por la fe y gracia en Cristo. Salvándolos así y santificándolos para Si mismo (Romanos 8:28-30; Efesios 1:4-11; 2 Tesalonicenses 2:13; 2 Timoteo 2:10; 1 Pedro 1:1-2) pero sin anular la responsabilidad del creyente de arrepentirse y vivir confiadamente en Cristo teniéndolo como su Señor y Salvador (Ezequiel 18:23, 32; 33:11; Juan 3:18-19,36; 5:40; Romanos 9:22-23; 2 Tesalonicenses 2:10-12; Apocalipsis 22:17). Esta elección es administrada no solo por la soberanía aplicada de Dios, si no que va acompañada en de Sus atributos, de Su Justicia, Santidad, Sabiduría, Gracia y Amor (Romanos 9:11-16).
Justificación
Es el acto soberano de Dios en el que por gracia se declara como justo a todo creyente por medio de la fe en Cristo (Romanos 5:1-2, Isaías 55:6-7; Lucas 13:3; Hechos 2:38; 3:19; 11:18; Romanos 2:4; 2 Corintios 7:10). Por la confesión basada en un verdadero arrepentimiento declarando a Jesús como su Señor y Salvador (Romanos 10:9-10; 1 Corintios 12:3; 2 Corintios 4:5; Filipenses 2:11) sin ninguna obra humana que contibuya a ésta justicia (Romanos 3:20; 4:6); esto presenta un intercambio de nuestros pecados a Cristo y de la justicia de Cristo hacia nosotros (1 Corintios 1:30; 2 Corintios 5:21; Romanos 3:26).
Santificación
Al momento de la salvación, los creyentes son apartados para Dios; declarados justos y santos en ese instante; entendiéndose entonces como una condición posicional instantánea (Hechos 20:32; 1 Corintios 1:2, 30; 6:11; 2 Tesalonicenses 2:13; Hebreos 2:11; 3:1; 10:10, 14; 13:12; 1 Pedro 1:2). En la santificación progresiva por su parte, se desarrolla desde ese momento a lo largo de la vida del creyente hasta Santificacion final ( 1 Corintios 15).
Seguridad
Los creyentes escogidos, declarados justos y santos por Dios y para Dios: Son entonces guardados, preservados y seguros en Cristo para siempre (Juan 5:24; 6:37-40; 10:27-30; Romanos 5:9-10; 8:1, 31-39; 1 Corintios1:4-8; Efesios 4:30; Hebreos 7:25; 13:5; 1 Pedro 1:5; Judas 24) dándoles el privilegio de gozar y disfrutar en fe y esperanza; viviendo una vida piadosa de acuerdo a la Palabra de Dios, no dando lugar a una falsa libertad en la que se lleva una vida de pecado disfrazada de permisividad engañosa y mundana. (Romanos 6:15-22; Gálatas 5:13,25-26; Tito 2:11-14).
Los nuevos creyentes son colocados dentro del Cuerpo de Cristo: La Iglesia universal y espiritual (1 Corintios 12:12-13) cuya Cabeza principal es Cristo (Efesios 1:22; 4:15; Colosenses 1:18). Prometida por Cristo (Mateo 16:18), fundada el día de Pentecostés (Hechos 2:1-21, 38-47), y desde entonces aguarda llena de fe para ver su esperanza completa cuando Cristo regrese por ella en el día del arrebatamiento (1 Corintios 15:51-52; 1 Tesalonicenses 4:13-18). La iglesia no debe confundirse en su totalidad con Israel (1 Corintios 10:32).
La administración, estructura y continuidad de las iglesias locales es definido y enseñado en el Nuevo Testamento (Hechos 14:23, 27; 20:17, 28; Gálatas 1:2; Filipenses 1:1; 1 Tesalonicenses 1:1; 2 Tesalonicenses 1:1; 1 Corintios 11:18-20; Hebreos 10:25). La Suprema autoridad es Cristo y solo Cristo (1 Corintios 11:3; Efesios 1:22; Colosenses 1:18); los demás ministerios son establecidos y determinados por el Espíritu Santo como Él quiere para mantener un orden y disciplina; además de enseñar a los creyentes a como conducirse dentro y fuera de la Iglesia; por lo que son establecidos servidores y administradores llamados ancianos, obispos, pastores (Hechos 20:28; Efesios 4:11, 1 Timoteo 3:1-7; Tito 1:5-9; 1 Pedro 5:1-5) y diáconos (1 Timoteo 3:8-13); cumpliendo estos con las características bíblicas descritas. Los ancianos, obispos y pastores deben ejercer el servicio con amor, no siendo autoritarios y absolutos; y la congregación debe someterse a su liderazgo en Cristo (Hebreos 13:7, 17). El discipulado y la disciplina son parte fundamental del crecimiento y desarrollo de la Iglesia (Mateo 18:15-22; 28:19-20; Hechos 5:1-11; 1 Corintios 5:1-13; 2 Tesalonicenses 3:6-15; 1 Timoteo 1:19-20;2 Timoteo 2:2; Tito 1:10-16).
La Iglesia es libre de mantener el derecho a gobernarse sin la intrusión de otros grupos jerárquicos, organizaciones o gobiernos (Tito 1:5); en esto se incluye la libertad de diseñar, planear y ejecutar normas y disciplinas internas orientadas y basadas en las Escrituras siempre para la gloria de Dios (Efesios 3:21) al cuidado y edificación de la congregación (Efesios 4:13-16), la comunión (Hechos 2:42-47; 1 Juan 1:3), a instruir en la Palabra (2 Timoteo 2:2, 15; 3:16-17); no por el deseo de control, señorío, manipulación en función de las intenciones personales de algún líder (Hechos 15:19-31; 20:28; 1 Corintios 5:4-7; 13; 1 Pedro 5:1-4).
Todos los miembros de la Iglesia son llamados a servir (1 Corintios 15:58; Efesios 4:12; Apocalipsis 22:12) para lo cual Dios mismo a través de su Espíritu Santo otorga dones espirituales conforme a Su propósito (Efesios 4:7-12) y además capacita para la obra (Romanos 12:5-8; 1 Corintios 12:4-31; 1 Pedro 1:10-11). Algunos dones y milagros de la época apostólica tuvieron su fin y propósito: Para confirmar la autenticidad del mensaje de los profetas y apóstoles (Marcos 16:20, Hebreos 2:3-4; 2 Corintios 12:12); pero en esta tiempo los dones de confirmación no son del todo necesarios, pues la Palabra escrita es suficiente probando por si misma su autenticidad; haciendo más necesarios los dones de edificación y servicio (Romanos 12:6-8). Dios en su soberanía conoce las necesidades de su Iglesia, las de cada uno de sus hijos y responderá de acuerdo con Su propia voluntad; escuchando, respondiendo a nuestras oraciones de fe en cuanto a los necesitados, los afligidos, los enfermos, y los que sufren (Lucas 18:1-6; Juan 5:7-9; 2 Corintios 12:6-10; Santiago 5:13-16; 1 Juan 5:14-15).
El Bautismo en Agua (Hechos 2:38-42) Es una ordenanza fundamental para la Iglesia. El cual es un testimonio público de nuestra fe de lo que ha sucedido internamente al haber sido salvos primeramente, y de que en base al sacrificio de Jesucristo (siendo crucificado, muerto y resucitado); en su muerte, morimos nosotros también al pecado teniendo en su resurrección una esperanza de vida nueva (Romanos 6:1-11).
La Cena del Señor Es una ordenanza fundamental para la Iglesia, es la forma de recordar, proclamar la muerte de nuestro Señor hasta que Él regrese. Es celebrada después de una evaluación personal sincera y honesta (1 Corintios 11:28-32). Los elementos de ésta celebración NO se transforman, NI son literalment la carne y la sangre de Cristo, sino son únicamente una representación simbólica debido a que nuestro Señor Jesucristo hizo un solo sacrificio de “una vez y para siempre” (Hebreos 7:27). Es este un maravilloso momento de comunión con nuestros herman@s, entre el Cristo resucitado y esperado por todos sus hij@s: Su Iglesia (1 Corintios 10:16).
En esta época los creyentes vivos y llenos de fe esperamos el arrebatamiento o la muerte como únicos eventos para ser reunidos para siempre con Nuestro Señor Jesucristo.
La muerte
Los creyentes en Cristo al morir pasan inmediatamente a la presencia de Cristo (Lucas 23:43; Filipenses 1:23; 2 Corintios 5:8). En la muerte el alma y el cuerpo se separan; serán reunidos nuevamente al momento de la primera resurrección (Apocalipsis 20:4-6) cuando tendremos un cuerpo glorificado para siempre (Filipenses 3:21; 1 Corintios 15:35-44, 50-54). La 1era y 2da resurrección es inminente: Unos para vida eterna con el Señor (Juan 6:39; Romanos 8:10-11, 19-23; 2 Corintios 4:14) y otros para juicio y castigo eterno (Daniel 12:2; Juan 5:29; Apocalipsis 20:13-15).
Los no creyentes al morir son enviados a un lugar de tormento y están es espera de la segunda resurrección (Lucas 16:19-26; Apocalipsis 20:13-15) cuando su alma y cuerpo serán reunidos para presentarse delante del Trono Blanco para ser juzgados (Apocalipsis 20:11-15) y sentenciados al infierno, al lago de fuego (Mateo 25:41-46) y separados de Dios para siempre (Daniel 12:2; Mateo 25:41-46; 2 Tesalonicenses 1:7-9).
El rapto de la Iglesia
Nuestro Señor Jesucristo regresara para tomar para si a Su Iglesia (Juan 14:1-3; 1 Corintios 15:51-53; 1 Tesalonicenses 4:15-5:11).
La tribulación
Inmediatamente después del arrebatamiento comenzara el periodo de 7 años de tribulación y en los últimos 3 1/2 los justos juicios de Dios serán sobre la tierra sobre todos los moradores de la tierra (Jeremías 30:7; Daniel 9:27; 12:1; 2 Tesalonicenses 2:7-12; Apocalipsis 16) Al final de este periodo es aquí donde los santos del Antiguo Testamento y los mártires de la tribulación serán resucitados; y los vivos serán entonces juzgados y separados (Daniel 12:2-3; Apocalipsis 20:4-6). También aquí se presenta el cumplimiento de la septuagésima semana de las profecías de Daniel (Daniel 9:24-27; Mateo 24:15-31; 25:31-46).
La segunda venida y el reino de Cristo por mil años
Después de la tribulación, Cristo reinará literalmente en la tierra y tomará el trono de David (Mateo 25:31; Lucas 1:31-33; Hechos 1:10-11; 2:29-30) cumpliendo así el reinado mesiánico prometido (Isaías 65:17-25; Ezequiel 37:21-28; Zacarias 8:1-17) por un periodo de mil años (Apocalipsis 20:1-7). Durante este reinado habrá paz, armonía, justicia, rectitud y vida (Isaías 11; 65:17-25; Ezequiel 36:33-38). Los santos resucitados reinarán con Cristo en Su reino establecido en Israel sobre todas las naciones de la tierra (Ezequiel 37:21-28; Daniel 7:17-22; Apocalipsis 19:11-16). Y aunque Israel fue desechado por un tiempo por su desobediencia (Deuteronomio 28:15-68) será al final reinstaurado a través de un arrepentimiento genuino (Jeremías 31:31-34; Ezequiel 36:22-32; Romanos 11:25-29). Sin embargo, al final se liberará a satanás (Apocalipsis 20:7) para su supuesta batalla final.
El juicio de los perdidos
Al momento de soltar a satanás; éste intentará engañar a las naciones para reunirlas a luchar contra los santos; pero éste y su ejército son consumidos con fuego desde el cielo (Apocalipsis 20:9) para después ser arrojados al lago de fuego y azufre (Mateo 25:41; Apocalipsis 20:10) y entonces el Señor hará resucitar para juzgar a todos los que desecharon la gracia de Cristo (Juan 5:22) este es el juicio del Gran Trono Blanco. La dicha resurrección de los no creyentes quienes después del juicio son también lanzados al lago de fuego (Mateo 25:41; Apocalipsis 20:11-15).
La Eternidad
Después del reinado por mil años de Nuestro Señor en la tierra, de la libertad temporal de satanás y el juicio de los no creyentes; los creyentes entraran a la gloria eterna con Dios. Después de esto, todos los elementos serán destruidos (2 Pedro 3:10) y habrá un cielo y una tierra nuevos (Apocalipsis 21-22). Entonces la ciudad celestial descenderá del cielo para que lo santos moren y disfruten de la comunión con Dios para siempre (Juan 17:3; Apocalipsis 21-22). Es entonces que nuestro Señor Jesucristo entregará el reino a Dios El Padre (1 Corintios 15:24-28) para que reine para siempre.
Para una explicación mas exhaustiva y detallada recomendamos el link de nuestros hermanos del Master’s Seminary de lo cual creemos de la misma manera: https://tms.edu/about/doctrinal-statement/